Es bien sabido que los procesos de protesta y movilización social –en este caso, una huelga que ya fue reconocida como legal y que sostienen las y los trabajadores de la AUTAMUADY desde el 16 de enero, y el movimiento de apoyo estudiantil y sindical–, suelen provocar fuertes críticas a los mismos. Estas críticas giran en torno a diversos argumentos generados por sectores de la opinión pública tales como: los medios de comunicación, las autoridades gubernamentales y los sectores empresariales. Una de las principales críticas que se les plantea desde su gestación, es sobre las motivaciones, los alcances y fundamentos que dieron lugar a la movilización.
Incluso durante el proceso mismo, se les suele cuestionar sobre los “impactos”, las “afectaciones” y el “daño” causado a otros grupos, en el caso de la presente huelga, sirve de ejemplo como se argumenta el aparente obstáculo que representa para el aprendizaje de las y los estudiantes la suspensión de labores administrativas y manuales en conjunto con el cierre de las instalaciones a través del proceso legal de huelga, lo cual se supone “violenta” el derecho a la educación del alumnado. Sin embargo, una vez finalizada la etapa más visible de estos procesos (lo cual no implica que el fin del movimiento social como tal), que comúnmente coincide con el momento de ebullición y movilización social, se acostumbra a “evaluar” los éxitos y fracasos de éstos, casi siempre desde una perspectiva excesivamente racionalista y de costo-beneficio sin hacer un balance y tampoco un análisis profundo y detallado del proceso, con lo cual se invisibilizan ciertos aciertos y errores.
Es debido a lo anterior, que en la presente reflexión presentamos cuatro logros o y enseñanzas (aunque seguramente hay y habrá muchos más) que el movimiento de las y los trabajadores sindicalizados de AUTAMUADY nos han compartido y que nosotros/nosotras, como miembros de la comunidad universitaria hemos aprendido de ellas y ellos durante el proceso de huelga. De igual manera, a manera de complemento a dichos logros y aprendizaje, mencionamos algunas tareas pendientes que el conjunto del movimiento (estudiantes, docentes, trabajadoras/es y egresadas/os) debemos realizar pensando en la trascendencia de la lucha sindical, que también es nuestra y va mucho más allá de la simple reivindicación económica.
Desde luego que nada de lo aquí presentado puede tomarse como un hecho irrefutable o propio de una revisión exhaustiva, sino que es una reflexión proveniente de las impresiones y sentires respecto al proceso en el cual estamos inmersas/inmersos, por lo que tal vez puedan mostrarse (para algunos) como argumentos blandos o simples.
Logro 1 – Evidenciar y hacer pública la disparidad en ¿la distribución salarial? al interior de la Universidad.
A dos semanas del inicio de la huelga, el número de notas informativas al respecto ha generado en la opinión pública un creciente interés por conocer las dinámicas salariales al interior de la Universidad, evidenciando procesos que antes se mantenían alejados la luz pública: como la desigualdad desproporcionada en los salarios y prestaciones entre el personal manual y administrativo (el grupo económicamente más desfavorecido) y las altas esferas directivas de la Universidad, y así como las condiciones laborales paupérrimas para las y los trabajadores, reproduciendo así, sistémicamente, una división jerárquica entre el trabajo físico y el “intelectual”, enmarcando al trabajo del personal administrativo y manual como de segunda.
Estas desigualdades y condiciones no eran completamente desconocidas, pero este movimiento ha permitido ponerlas de manifiesto y convertirlas en conocimiento público, ya que antes se encontraban ocultas, invisibilizadas, silenciadas e incluso naturalizadas; es decir, que han sido politizadas, en el estricto sentido del término. Pero aun cuando estos temas han entrado al debate público, quedan ciertas dudas sin responder: ¿a qué lógica responde tal disparidad entre dos empleados de la misma institución? ¿Por qué para algunas/os el hecho no les resulta extraño? ¿Dónde están las políticas de austeridad tan anunciadas para la universidad?
Logro 2 – Estrechar y fortalecer los lazos entre la comunidad universitaria.
Ha sido significativo el número de muestras de solidaridad por parte de diversos sectores sociales tanto fuera como al interior de la Universidad. Un ejemplo de ello es que otros sindicatos, distintas instituciones educativas y organizaciones sociales, se han manifestado a favor y reconocen la legitimidad de la demanda de una mejor salario por parte de las y los trabajadores, así como la forma en la lo han hecho (mediante una huelga). Sin embargo, lo que más ha llamado nuestra atención ha sido la simpatía que han ganado las y los trabajadores en un grupo grande –más allá de las cuotas de representatividad– de estudiantes y docentes (aunque estos últimos y últimas, tal vez de una manera discreta debido a las presiones ejercidas por las autoridades universitarias).
Esta solidaridad se ha objetivado y transmitido en diversos comunicados y pronunciamientos públicos, sobre todo por parte de las y los estudiantes y un sector importante de docentes de distintas facultades. Este proceso nos ha permitido conocernos y reconocernos como estudiantes, egresados/as, docentes y trabajadores/as universitarios/s conscientes y en unidad, acercándonos a la conformación de una verdadera comunidad universitaria y reivindicación el trabajo del personal administrativo y manual como IMPORTANTE y NECESARIO para el funcionamiento de la Universidad–situación muy distinta a los escenarios estériles, fragmentarios y jerárquicos que suelen representar muchas veces las aulas, y sobre todo, la división entre carreras y entre facultades– a la vez no ha permitido reflexionar sobre ciertas preguntas: ¿Por qué se busca por todos los medios generar divisiones y jerarquías en la comunidad universitaria? ¿Por qué resulta tan complicado al interior de la universidad tener espacios comunes de encuentro y dialogo?
Logro 3 – Democratizar la Universidad desde las demandas sindicales de la AUTAMUADY y los diferentes escenarios de participación generados entorno a ella
Reconocemos que la Universidad genera espacios para la participación de los y las estudiantes desde posiciones extremadamente verticales y, en algunos casos, autoritarias (estudiante – docente, estudiante – coordinación/dirección, docente – coordinación/dirección) que, lejos de contribuir a la generación de habilidades para la participación social, refuerzan la apatía y el temor a represalias. Así mismo, nos parece indignante que la Universidad promueva una falacia de democracia representativa a través de los consejeros y consejeras estudiantiles, pues ha quedado en evidencia que ellos y ellas no son un canal de comunicación entre estudiantes y autoridades, más bien fungen como una vocería de la rectoría. Aunado a ello, las decisiones que nuestros y nuestras consejeras están tomando, NO nos representan, pues no hemos sido consultados y consultadas en ni un momento para la discusión de las mismas. En ese sentido, la huelga emplazada por los compañeros y compañeras de la AUTAMUADY nos enseña mucho, pues los acuerdos que han tomado han sido mediante ejercicios asamblearios en los que se ha respetado la decisión de la mayoría. De la misma forma, los y las estudiantes hemos generado nuestros propios espacios de participación y organización mediante ejercicios de democracia directa bajo el formato asambleario, mismo que nos ha permitido llegar a acuerdos a través del diálogo, derribando las barreras impuestas en relación a las licenciaturas, facultades y campus. De esta reflexión derivan los cuestionamientos siguientes: ¿Qué se entiende como democracia dentro de los espacios universitarios y desde la misma rectoría? ¿por qué se insiste en reducir la participación política del estudiantado a una tacha de una boleta cada elección de consejeros y consejeras estudiantiles? ¿cómo recuperamos las figuras de representación estudiantil de las influencias partidistas que financian las precampañas y garantizamos que sirvan a los intereses estudiantiles y no a la voluntad de la rectoría?
Logro 4 – Colectivizar los malestares individualmente padecidos al interior de la Universidad.
Por último, el logro que a nuestro parecer tendría mayor trascendencia, es el poder transformar un malestar e inconformidad aparentemente individual (o naturalizado como tal) en un problema colectivo que nos vincula como grupo. Algo muy importante que el feminismo nos ha enseñado, es que : “lo personal es político” y como tal pertenece al orden de lo público; y la lucha de las y los trabajadores en huelga de la UADY nos ha dado una gran lección al mostrarnos la importancia de dar un paso en la búsqueda de las soluciones colectivas y por encima de los beneficios y soluciones individuales. ¡Vaya que se necesita mucho coraje para hacer esto! Resulta tratarse de algo complicado al encontrarnos en tiempos donde le hemos restado importancia a lo colectivo y a todos aquellos nexos que nos vinculan con otras personas; en concordancia con un sistema que nos impulsa al individualismo y a la competitividad, en vez de a la cooperación y a la solidaridad. Pero también nos ha permitido reconocer las relaciones violentas, las presiones, maltrato y hostigamientos que viven diversos miembros de la comunidad universitaria todos los días para ello nos preguntamos ¿por qué resulta tan complejo el colectivizar nuestras luchas?.
Más allá del tiempo que le reste a la huelga, y más allá de las próximas resoluciones, hay tareas pendientes por hacer y cumplir para que el proceso iniciado continúe, se expanda y se fortalezca. Sólo por mencionar algunos puntos:
-
Es necesario reflexionar y profundizar colectivamente (trabajadores/as, docentes, estudiantes y egresados/as) en las problemáticas estructurales que hoy aquejan a la universidad, incorporando a sus demandas ciertos aspectos nodales como la democratización y equidad al interior de la universidad, la defensa de la autonomía ante las políticas educativas de corte neoliberal y hacer que se trascienda el discurso cuando se habla responsabilidad social (devolviéndole así a la Universidad su carácter público).
Nosotros y nosotras debemos encargarnos de que esos espacios de compartición y discusión existan, se mantengan y/o se transformen; un ejemplo de éstos son los seminarios, las tertulias y las asambleas que se han organizado no sólo al interior de las facultades, sino en conjunción de éstas como parte de los campus que integran la UADY, e incluso con otras universidades de la ciudad. Cabe señalar la importancia de exigirle a la universidad estos espacios, pero también el compromiso de tomarlos y construirlos nosotros mismos dentro de ella.
-
Debemos incentivar el ejercicio de una mayor participación activa, comprometida y democrática en los procesos de la universidad para toda la comunidad universitaria, que no sólo está conformada por el estudiantado y el profesorado, aunque sea una opinión frecuentemente encontrada. Los seminarios y asambleas pueden ser lugares en los cuales se conformen grupos de trabajo o colectivos (aunque no los únicos) que se encarguen de diseñar planes y proyectos cuyos ejes tomen en cuenta los aspectos presentados, discutidos, analizados y reflexionados colectivamente. La vitalidad de los grupos de trabajo se encuentra en la priorización de pensar acciones que trasciendan las críticas y las propuestas, al llevarlas de un plano discursivo a uno práctico; el tiempo con el que contamos y el compromiso de invertir ese tiempo disponible en planes de trabajo son factores que deben tomarse en cuenta para su realización porque no es tarea fácil ni pronta de efectuar, y requiere del esfuerzo y compromiso colectivos.
-
También se vuelve imprescindible hermanar y solidarizar la lucha de esta huelga con otras (educativas o no), para no perecer en un grito aislado y solitario. Para ello, es vital no sólo hablar y debatir al respecto en nuestras facultades, sino apropiarnos de los espacios urbanos, así como salir de éstos para romper con la construcción de una Universidad pensada en torno a Mérida y no en torno a Yucatán.
Entendemos que para muchos estas ideas pueden resultar trasnochadas por estar a contracorriente de la historia de la Universidad –siempre desvinculada políticamente de las causas sociales–, pero en 90 años de historia no podemos seguir dándole la espalda a la sociedad cuando ella es parte de nosotros y nosotras de ella.
¡Viva la lucha de las y los trabajadores de la UADY!